Desconcertada por mi tardanza, salí al pasillo como alma que lleva el diablo, pasé la esquina y un golpe seco retumbó en todo el instituto. Yo como siempre distraída, él como siempre, en medio.
-¡Lo siento! -me apresuré a gritar mientras levantaba la vista con desprecio.
-¡No te preocupes preciosa! -contestó él con una inmensa sonrisa. Entonces me fijé en la dulzura de su rostro, esos malditos ojos marrones no son normales.
Me ayudó a recoger todas las carpetas y cuadernos que habían caído al suelo. De repente me envolvió una magia que no había sentido antes, el amar a primera vista y Lisbeth no se llevaban bien.
-¿Adónde vas?¿Quieres que te ayude?- dijo él balbuceando como un imbécil.
-Solo voy a clase de historia, pero si quieres acompañarme...
Él sonreía, no dejaba de hacerlo, algo que agradecía enormemente.
Por el largo y frío pasillo, se oían nuestros pasos sordos, a un mismo compás.
martes
lunes
Un día despiertas,abres los ojos y piensas que
todo está perdido...entonces entre las sombras,
entre tus lágrimas y tu pesimismo,encuentras
sus alas...le miras a la cara y te das cuenta de
lo que tienes,de lo que estuviste a punto de
perder en más de una vez...en lo que nunca
falla...en lo que esperas,en lo que nunca
faltará...y te das cuenta de lo que es,de lo que ha
andado contigo,de las veces que te ha cogido de
la mano...te das cuenta que con sólo miraros
decís todo,que contigo las palabras sobran y
que todo se remonta a él…
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