sábado
Cicatrices imborrables.
Ella volvía a llorar, las causas eran las mismas. Temblaba, su cuerpo estaba en ruinas, su corazón estaba completamente destruido, como sus sueños. Unas manos de alguien que no merecía tocarla lo hizo, de nuevo el mismo autor de los mismos hechos. Heridas, hematomas se unían en sinfonía con las crecientes cicatrices de sus muñecas. Tan solo quería desaparecer, siempre había querido desaparecer. Nunca tuvo suerte, nunca la quisieron. No valía para nada, no sabía por qué estaba en el mundo, todo se volvía cada vez más gris. "Debo aguantar" pensaba, "quizás me lo merezca, pues nunca fui buena, quizás sea el karma". ¿Cuánto vales? ¿Qué eres? No vales nada, no eres nada. No había peores palabras que las que se dedicaba a ella misma. Golpes, solo podía sentir el suelo frío mientras su cuerpo era zarandeado como el de una muñeca de porcelana. Me faltan fuerzas y oxígeno, me falta valentía. Puedo llegar al punto de salir de mi cuerpo, ver las magulladuras y examinarme a mí misma desde fuera mientras me río y pienso "me lo merezco, no soy nada". Al fin y al cabo, solo quiero dejar de estar aquí y tú me estás ayudando a ello, tan solo rezo para que tus patadas me lleven lejos, para salir de mi cuerpo, quedarme fuera y ver como tú quizás, llores por mí o te alegres, sintiendo gran orgullo por tu obra. Habla una persona que no sabe como es su verdadera risa a carcajadas, que tan solo conoce el sonido verdadero de su llanto, de sus nudillos contra aquella pared manchada de lo que contienen sus venas. Nerviosismo, me atragantaba con mi propio vómito que buscaba salir de mi cuerpo, llevándose las pocas fuerzas que me quedaban. De repente, mi corazón no sé cómo, comienza a acelerarse más y más cada vez, comienzo a respirar profundo, grito pero nadie me oye y lloro cada vez más, siento como te acercas pero estás demasiado lejos. ¿Me escuchas gritar? ¿Me escuchas gastar mi último ápice de aire en ti? ¿Escuchas como te pido ayuda? Mira mis muñecas, mira mis muslos, mira mis ojos, mírame a la cara. Mira todo lo que has hecho, en lo que me he convertido, mira todo aquello por lo que debería sentirme agradecida. No te preocupes pues algunos momentos felices recuerdo, algo bueno hubo, me hiciste ser así, me enseñaste lo que es el dolor, en lo que nos convertimos por nuestro pasado. Me enseñaste lo que es el egoísmo, al fin y al cabo, te portaste bien conmigo porque era lo que me merecía. Tan solo espero que no me eches de menos, que guardes todo aquello que pueda recordarte a mí, que valores cada abrazo y cada esfuerzo, que sepas ver todo aquello que eras para mí, lo bueno y lo malo. Sé que no pides mi perdón, que nunca lo pediste y que nunca lo pedirás pero lo tienes, de corazón te perdono, de corazón te quiero. Quiero que recuerdes también, todas esas horas de música y de sonrisas, algún que otro gesto de cariño no merecido aunque merecido a tus ojos. Quiero que recuerdes las horas que no hablamos, las cosas que no te conté, las horas que no lloramos. Quiero que no me olvides y que a pesar de todo, de lo que soy, no me recuerdes como algo malo, como algo que destrozó tu vida. Gracias por haberme dado todo lo que me diste, no esperaba más de ti.
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