viernes

Y con ironía grité ante aquellos inmensos y vacíos ojos: "Cómo han cambiado las cosas, ¿verdad?
Sigo siendo la misma imbécil que se enamora de alguien cuyo corazón está ocupado por recuerdos." Y él forzó una sonrisa. Su corazón se llenó de lágrimas pero poco le importó, al fin y al cabo, yo tan solo sería una víctima más, la cicatriz estaría clavada en mi piel.
Un  "Búscame si me necesitas, yo no volveré a hacerlo" salió de mi boca mientras mis lagrimales vaciaban el poco sentido que tenía esta frase contigo, nunca fui capaz de engañarme con esto, tonta de mí.
Tan solo esperaba unas cuantas palabras bonitas, un abrazo, un beso o una extensa disculpa pero no encontré nada, silencio. Sin respuestas, de brazos vacíos pretendía volver a recorrer aquel camino que nos vio estrecharnos, tan solo la idea me mataba, me taladraba el cerebro y abría mi pecho en canal, haciendo que mis latidos fuesen cada vez más lentos, que cada vez sonasen menos.
"¿No vas a decir nada?" dije con un tono de voz apagado mientras intentaba que mis lágrimas cesasen. Silencio fue su respuesta, más silencio, más ausencia.
Pude crear en mi cabeza de nuevo el perfecto mapa de tus manos por el que pretendía perderme. Volví a caer en el laberinto vacío de tus entrañas y de nuevo me perdí. Quizás si tú me buscas yo me encuentre.
Aquel dolor golpeó desde la planta de mis pies hasta aquella frente que te encantaba besar. ¿Dónde quedaron nuestras ganas? ¿Dónde se esconden nuestras fuerzas? ¿Dónde permanece todo aquello que fuimos y que tanto deseaba ser contigo? ¿Dónde estás?
Como único destino, como única respuesta encontré el echarte de menos.
Vendería mi alma por tener tu olor en mi pelo otra vez.

¿Fuiste, eres, serás o fuimos, somos y seremos?

Recuerdo tus manos, como encajaban a la perfección con las mías, nuestros ojos hablando por nosotros mientras nos enredábamos congelados por aquel frío externo que nos hacía temblar, corazones ardiendo y mentes inmóviles. ¿Cómo fue aquel te quiero? Recuerdo aquel rincón, justo el nuestro, donde tus abrazos susurraron a gritos lo que las palabras no podían expresar. Quizás una actuación fingida, tan solo recuerdos, tan solo el fantasma de aquel último beso, de aquel ultimo adiós que no fui capaz de cerrar, como si no me fuese, como si no te fueses. Aquella columna, aquel pedazo de alma que se quedó allí contigo y que aún permanece aunque no puedas verlo. Gestos lentos, no necesitaba hablar para decir todo aquello que ambos queríamos escuchar. Fuimos perfectos.