miércoles

Como la porcelana.

Todo esto que tocas, que sabes que vas a destruir. Esa sensación de frío, ese escalofrío cuando la rozas. De sentirla sin vida, de buscar su respiración y no encontrarla. La búsqueda de un corazón lleno de grietas, que dejó de latir cuando alguien se fue, de ese corazón totalmente roto que es más frágil que la muñeca. Cuando te fijas en esos dos inmensos ojos azules, sin brillo, vacíos, por los que algún día se desprendieron millones de lágrimas suicidas, como si fuesen dos putos precipicios. Que el rosa de sus mejillas intenta esconder lo que se puede apreciar a simple vista, con esa sonrisa finjida, maquillada y fijada en su cara a todas horas, pase lo que pase. Que a pesar de todo, a pesar de ver esa nada que lleva dentro, la vas a destruir. Qué más da, si tan solo es una muñeca de porcelana, ¿no?

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